martes, 5 de julio de 2011

Capítulo 2: De visas y otras madres

En la calma apacible de su casa, se encontraba un tranquilo Canadá, disfrutando del ambiente; aunque no muchos conocidos lo visitaban, le gustaba pasar ratos apacibles, sin tener qué estar aguantando la voz chillona de su hermano, o el vivir en la invisibilidad eterna.

Sin embargo, alguien toca insistentemente la puerta. No teniendo opciones, se dirige hacia ella, desconociendo al sujeto que llamaba.

¡Hola, Mateo! —saludó un animado mexicano, dándole un buen palmazo en el hombro.

Ah, bonjour John— correspondió el canadiense, haciéndolo pasar. — Dime, ¿qué te trae de nuevo a mi casa? Últimamente has venido más de lo normal —exclamó, mirando qué podría servirle a su invitado. — No es que me moleste, sólo se me hace inusual, ya que vivimos un poco lejos.

Lo sé, es que a veces en casa de Alfredo las cosas se ponen bien difíciles, no deja chambiar a gusto —dijo, sentándose en una silla. — Y también para despejarme un rato, las cosas han ido mal en casa.

No sabes cómo lamento saber eso —exclamó, dándole un poco de té. — Aunque por aquí las cosas tampoco están muy bien que digamos —opinó, calentando unos hot cakes en el microondas.

¿Y eso porqué? Es raro que tengas algún pedo —le miró con extrañeza, bebiendo un poco.

Nada, es sólo que siento que mi casa está muy diferente ya —suspiró largamente. — Hay muchos extranjeros residiendo, y aunque no me molestan en absoluto, el recibir tantos en tan poco tiempo, hace que me cueste asimilarlo —dijo, dándole el dulce en su plato, ya bañados en diferentes líquidos.

Lo sé, a mí también se me hace raro ver a mami China y tío Corea paseándose por aquí frecuentemente —comió un poco de los panqueques. — De hecho, hace poco celebraron su Año Nuevo, y créeme, me sentí en un hutong al mejor estilo de las pelis de Jackie Chan —rió un poco por tal comparación. — A mi casa no van tanto, pero me pondría un poco de cabeza ver si cambiara tanto a como dices.

¿T-Tú lo crees? —le miró Canadá, más relajado. — Aunque lo peor es que pidan refugio, cuando me he dado cuenta que la mayoría sólo mienten, para quedarse —suspiró largamente. — No me molesta abrirles las puertas de mi casa, pero usar ése medio para quedarse… —musitó, comiendo un poco.

Lo sé, pero no creo que debas de dejarte —palmeó su espalda el mexicano. — Tienes qué darte a respetar, diles lo mucho que se pueden ir a la chingada con sus mentiras y falsedades —le animó. — No dejes que se aprovechen de ti, demuéstrales lo chingón que eres.

T-Tiene razón John —respondió el rubio, algo cohibido por el lenguaje tan singular [por no decir pelado]. —Eso debo hacer, y creo que lo haré ahora mismo —se levantó de su asiento, ya más animado.

¡Eso! —le acompañó el moreno. — Y en fin, mejor le llego a mi casa, ‘pa dejarte trabajar a gusto —dijo, yendo hacia la salida.

Gracias por el apoyo, Mexique —sonrió, acompañándolo. — Por cierto, ¿cómo es que John viene tantas veces a mi casa? —ladeó un poco la cabeza, confundido.

Ah, eso —dijo, poniéndose un ligero suéter. — Namás dije que me estaba persiguiendo el cártel de los Zotes, ¿por qué? —preguntó con naturalidad.

No, por nada, John —rió un poco nervioso el canadiense. — S-Será mejor que Mexique vaya pronto a casa, o perderá el vuelo —sugirió, tratando de calmarse.

Lo sé, ¡ahí nos vemos! —se despidió, sonriendo ampliamente.

Varios días después, el mexicano estaba en casa bastante aburrido; sin más, comenzó a ver un poco la tele, mucho muy ocioso.

Creo que mejor me doy una escapadita a casa de Mateo… —dijo para sí, levantándose un poco.

Sin embargo, alguien toca la puerta. Va hacia ella, y ve que un cartero le hacía entrega de una misiva. La abre, leyéndola detenidamente; poco después, un aura mexicana [¿?] le rodea intensamente, prácticamente destruyendo el papel con ella.

Hola, Mexique. ¿Cómo has estado?

Aquí las cosas han ido mejor, y no sé cómo darte las gracias por tu apoyo y consejo, en verdad me ha resultado mejor. Espero poder agradecértelo pronto, así que quiero invitarte a mi casa a comer hot cakes, y pasear por las montañas nevadas si tú quieres. Ya verás que nos divertiremos mucho.
Con cariño, Canadá.

P.D. A partir del 13 de julio, tendrás que tener permiso [visa] para entrar al país. Así que procura tramitarlo pronto.


       _____________________________________________________________________

Y bueno, hasta aquí la segunda parte; el próximo "capítulo" no tendrá qué ver con algún suceso o algo parecido, solamente será una fumada dedicación especial a una gran amiga, que se lastimó hace poco y no puede estar aquí con nosotras. Desde acá, te mandamos tus fans y yo un gran abrazo, Kary [KariDeiUchiha]. La siguiente entrada va dedicada especialmente a ti, de tu pareja favorita, espero que les guste a todos, al igual que seguramente a ella.

Disclaimer: Los personajes de Hetalia NO son míos, sino que le pertenecen a Hidekaz Himaruya.
El diseño de México le pertenece a Nadiezda de DA.

Toda persona, situación, lugar o experiencia fueron tomados para relatar una historia ficticia. Cualquier parecido con la realidad puede o no ser mera coincidencia. Los nombres pueden o no haber sido cambiados para satirizar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario