En la calma apacible de su casa, se encontraba un tranquilo Canadá, disfrutando del ambiente; aunque no muchos conocidos lo visitaban, le gustaba pasar ratos apacibles, sin tener qué estar aguantando la voz chillona de su hermano, o el vivir en la invisibilidad eterna.
Sin embargo, alguien toca insistentemente la puerta. No teniendo opciones, se dirige hacia ella, desconociendo al sujeto que llamaba.
— ¡Hola, Mateo! —saludó un animado mexicano, dándole un buen palmazo en el hombro.
— Ah, bonjour John— correspondió el canadiense, haciéndolo pasar. — Dime, ¿qué te trae de nuevo a mi casa? Últimamente has venido más de lo normal —exclamó, mirando qué podría servirle a su invitado. — No es que me moleste, sólo se me hace inusual, ya que vivimos un poco lejos.
— Lo sé, es que a veces en casa de Alfredo las cosas se ponen bien difíciles, no deja chambiar a gusto —dijo, sentándose en una silla. — Y también para despejarme un rato, las cosas han ido mal en casa.
— No sabes cómo lamento saber eso —exclamó, dándole un poco de té. — Aunque por aquí las cosas tampoco están muy bien que digamos —opinó, calentando unos hot cakes en el microondas.
— ¿Y eso porqué? Es raro que tengas algún pedo —le miró con extrañeza, bebiendo un poco.
— Nada, es sólo que siento que mi casa está muy diferente ya —suspiró largamente. — Hay muchos extranjeros residiendo, y aunque no me molestan en absoluto, el recibir tantos en tan poco tiempo, hace que me cueste asimilarlo —dijo, dándole el dulce en su plato, ya bañados en diferentes líquidos.
— Lo sé, a mí también se me hace raro ver a mami China y tío Corea paseándose por aquí frecuentemente —comió un poco de los panqueques. — De hecho, hace poco celebraron su Año Nuevo, y créeme, me sentí en un hutong al mejor estilo de las pelis de Jackie Chan —rió un poco por tal comparación. — A mi casa no van tanto, pero me pondría un poco de cabeza ver si cambiara tanto a como dices.
— ¿T-Tú lo crees? —le miró Canadá, más relajado. — Aunque lo peor es que pidan refugio, cuando me he dado cuenta que la mayoría sólo mienten, para quedarse —suspiró largamente. — No me molesta abrirles las puertas de mi casa, pero usar ése medio para quedarse… —musitó, comiendo un poco.
— Lo sé, pero no creo que debas de dejarte —palmeó su espalda el mexicano. — Tienes qué darte a respetar, diles lo mucho que se pueden ir a la chingada con sus mentiras y falsedades —le animó. — No dejes que se aprovechen de ti, demuéstrales lo chingón que eres.
— T-Tiene razón John… —respondió el rubio, algo cohibido por el lenguaje tan singular [por no decir pelado]. —Eso debo hacer, y creo que lo haré ahora mismo —se levantó de su asiento, ya más animado.
— ¡Eso! —le acompañó el moreno. — Y en fin, mejor le llego a mi casa, ‘pa dejarte trabajar a gusto —dijo, yendo hacia la salida.
— Gracias por el apoyo, Mexique —sonrió, acompañándolo. — Por cierto, ¿cómo es que John viene tantas veces a mi casa? —ladeó un poco la cabeza, confundido.
— Ah, eso —dijo, poniéndose un ligero suéter. — Namás dije que me estaba persiguiendo el cártel de los Zotes, ¿por qué? —preguntó con naturalidad.
— No, por nada, John —rió un poco nervioso el canadiense. — S-Será mejor que Mexique vaya pronto a casa, o perderá el vuelo —sugirió, tratando de calmarse.
— Lo sé, ¡ahí nos vemos! —se despidió, sonriendo ampliamente.
Varios días después, el mexicano estaba en casa bastante aburrido; sin más, comenzó a ver un poco la tele, mucho muy ocioso.
— Creo que mejor me doy una escapadita a casa de Mateo… —dijo para sí, levantándose un poco.
Sin embargo, alguien toca la puerta. Va hacia ella, y ve que un cartero le hacía entrega de una misiva. La abre, leyéndola detenidamente; poco después, un aura mexicana [¿?] le rodea intensamente, prácticamente destruyendo el papel con ella.
“Hola, Mexique. ¿Cómo has estado?
Aquí las cosas han ido mejor, y no sé cómo darte las gracias por tu apoyo y consejo, en verdad me ha resultado mejor. Espero poder agradecértelo pronto, así que quiero invitarte a mi casa a comer hot cakes, y pasear por las montañas nevadas si tú quieres. Ya verás que nos divertiremos mucho.
Con cariño, Canadá.
P.D. A partir del 13 de julio, tendrás que tener permiso [visa] para entrar al país. Así que procura tramitarlo pronto.”
_____________________________________________________________________
Y bueno, hasta aquí la segunda parte; el próximo "capítulo" no tendrá qué ver con algún suceso o algo parecido, solamente será una fumada dedicación especial a una gran amiga, que se lastimó hace poco y no puede estar aquí con nosotras. Desde acá, te mandamos tus fans y yo un gran abrazo, Kary [KariDeiUchiha]. La siguiente entrada va dedicada especialmente a ti, de tu pareja favorita, espero que les guste a todos, al igual que seguramente a ella.
Disclaimer: Los personajes de Hetalia NO son míos, sino que le pertenecen a Hidekaz Himaruya.
El diseño de México le pertenece a Nadiezda de DA.
Toda persona, situación, lugar o experiencia fueron tomados para relatar una historia ficticia. Cualquier parecido con la realidad puede o no ser mera coincidencia. Los nombres pueden o no haber sido cambiados para satirizar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario